Conversión de San Pablo, Apóstol de la Unidad

El evento del camino hacia Damasco significó para San Pablo el encuentro con la Verdad que lo llevaría a una serie de rupturas interiores a lo largo de su vida: Primero, tuvo que romper con viejos arquetipos que lo enceguecían, después al enfrentarse con las incomprensiones de la gente creyente y no creyente, incluso de los mismos apóstoles.

¿Cómo podemos comparar la vida de San Pablo con la de un cristiano de hoy? Si buscamos de verdad seguir a ese Cristo de amor, debemos tener procesos de conciencia que nos lleven a una serie de rupturas que se nos presentan cada día, en el trabajo, en el área de estudio, en la familia, etc. Pues continuamente surgen hechos o acontecimientos que pueden convertirse en oportunidades para vencernos por amor a Dios. El dolor cuando resistimos al orgullo y cuando elegimos vencer nuestro yo, se convierte en gozo en el amor al Señor. Cuán importante es que, para llegar a aquella unidad interior, debamos rompernos como lo hizo San Pablo.

Podríamos decir que su primera ruptura interior fue hacer un acto de humildad tras su milagrosa conversión, ya que debía someterse a quienes él mismo había perseguido con tanto afán. Y luego a lo largo de su vida, enfrentaría una serie de acontecimientos difíciles que sin su unión al corazón de Jesús le hubiera sido imposible salir exitoso.

La vida de Cristo transformó a San Pablo en un hombre nuevo, capaz de comunicar a ese Jesús de amor, logró la unidad interior, y eso lo llevó a transformar la vida de muchos en todo el mundo, por eso, bien lo llaman: “el apóstol de las gentes”.

Cada ruptura, cada proceso valiente para ser humilde y dejarse llevar fue solo por una cosa: el fuego de Amor que Jesús puso en su corazón inquietándolo hasta que se dejó transformar por completo y ser un reflejo fiel del Dios Amor que no viene a agradar a los hombres sino a poner verdad y luz en aquellos que, como antes él, no veían.

La conversión de san Pablo nos invita, como hijos de nuestra madre bendita “María Madre y Reina de la Unidad”, a dejarnos transformar igual. Todos estamos llamados a vivir la unidad primero en nuestras almas, renunciando a viejas estructuras y esquemas humanos para así poder conseguir la verdadera unidad interior, con nuestro amado Jesús, para ser auténticos reflejos suyos, lo cual nos llevará a vivir la unidad con aquellos que nos rodean y ser testigos fieles del Amor como San Pablo hasta el final.

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