Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús

El Señor hoy nos muestra Su Sagrado Corazón, un Corazón lleno de Misericordia, y con Él, nos enseña el camino del Amor

El pasado viernes, 19 de junio de 2020, la celebración Solemne del Sagrado Corazón de Jesús comenzó muy temprano en la mañana. La oración del Santo Rosario inició a las 6H30, más de 100 personas unidas a través de la plataforma Zoom, contemplamos los misterios con gran devoción.

A las 18H30, nos volvíamos a encontrar de manera virtual, esta vez, para la misa solemne, presidida por el Padre Milton Paredes y concelebrada por el Padre Eddy De la Torre, ofrecida también por la 25ª Jornada mundial de oración por la santificación de los sacerdotes, que fue instituida por San Juan Pablo II en 1995.

El Corazón de Jesús encierra todo el amor de un Dios que se hizo hombre, que se compadece de las almas, y lleno de misericordia nos dice: «Vengan a mí los que están cansados y agobiados, que yo los aliviaré”.

El Padre Eddy, quien dio la homilía, tomando el salmo 102 que dice: «Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades, Él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura», enfatizó: “este versículo es hermoso, el Señor está para perdonar, para lavarnos, para sanarnos. ¡El Corazón de Jesús es eso!”

Este tiempo de confinamiento por la pandemia podemos encontrar una oportunidad maravillosa para dejarnos moldear por Dios.

Encontrar en la sencillez de la vida diaria, en el servicio, en los sacrificios, en las renuncias de amor diarias y en las tareas cotidianas, es la oportunidad que Dios nos da para caminar espiritualmente.

En la sencillez de nuestras vidas ordinarias e incluso, ahora, encerradas, el Señor nos puede estar mostrando más de Sí, que en otras épocas de nuestra vida. Si estamos atentos, el Señor nos puede mostrar todo aquello que estábamos buscando en Él, y que no encontrábamos porque simplemente había mucho ruido, había mucho “yo”. Hay cosas de nuestra razón, de nuestra lógica humana que no dejaban que la sencillez del amor de Dios penetre en nuestro ser”. Mencionó el Padre Eddy.

Quien también nos llamó a caminar más allá de nuestras estructuras: “hay palabras como: sacrificio, renuncia, cruz, dar la vida por el otro, que nos suenan como una montaña, y puede ser que sea una meta muy alta; pero ese no es el problema, sino que no hay amor para trepar esa montaña”. Añadió: “El problema no es qué tan grande o pequeña es la prueba, qué tan grande o pequeña es mi cruz, el problema es la falta de amor, porque puede ser una cruz muy pequeñita –aparentemente- pero me cuesta llevarla, porque no hay amor”.

“Si no amamos, si no sacamos el corazón y lo mostramos como Jesús, si no nos damos sin esperar nada, no podemos ir conociendo lo que es Dios, porque Dios es amor”.

El Señor, muchas veces, nos purifica por medio de pruebas, y nosotros debemos vivir esta purificación de manera mansa y humilde. “Si aprendo a aceptar la Voluntad de Dios, la carga será liviana, pero si me obstino en mi manera humana, sufriré más, cargaré más, no entenderé muchas cosas, me agobiaré.  Las cargas, que el Señor permite en nuestra vida, nunca nos van a aplastar, las nuestras sí, y las que nosotros pongamos sobre otros también, ¡cuidémonos! no pongamos más cargas en los demás”.

Finalizó la homilía, pidiendo que nuestro corazón se haga semejante al Corazón de Jesús, manso y humilde.  Y que, a ejemplo de María y los Santos, sepamos entender mejor el misterio del Corazón de Cristo y aceptar la Voluntad de Dios con alegría y decisión.

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