La Virgen María consuela y sana a las almas, “Lourdes”
Película «Lourdes»
Miércoles 12 de octubre de 2022
Breve Historia de Nuestra Señora de Lourdes
Cada año, la Iglesia Católica celebra el día de la Virgen de Lourdes, el 11 de febrero. Las apariciones de la Virgen María iniciaron en 1858, en la gruta de Massabielle en Lourdes – Francia. Allí, la joven llamada María Bernadette Soubirous presenció dieciocho apariciones de nuestra Madre.
Hasta el momento, están aprobados setenta milagros y miles de sanaciones que no tienen explicación científica, es por esto, que la advocación de la Virgen de Lourdes es una de las más conocidas en el mundo. En la actualidad, el Santuario Mariano recibe alrededor de ocho millones de peregrinos al año.
Una gracia para nuestra alma
Con el propósito de recaudar fondos para las misiones de la Obra, los hijos de la Unidad y nuestros invitados tuvimos la bendición de asistir a una función privada de la película “Lourdes”, la noche del miércoles doce de octubre, fecha que nos coincidió con otra celebración mariana, la de la Virgen del Pilar. Una de las salas del Cinemark del Paseo San Francisco fue el escenario donde se presentó esta enternecedora cinta.
Fue realmente hermoso presenciar este documental en el que la fe, la ternura, la compasión, la caridad y la oración brillaron con luz propia, dejándonos ver la grandiosidad del amor de nuestra Madre María.
Un filme conmovedor que nos enseñó como las personas buscan y encuentran consuelo en este santuario mariano. Cada testimonio, la fuerza de sus historias, el servicio realizado con amor verdadero y alegría y, sobre todo, el poder de la fe de cada uno de sus protagonistas, lograron emocionar a quienes asistimos.
Palabras del corazón, de Marcia y de Juan Arturo
El broche de oro de esta velada fue escuchar a Marcia y a Juan Arturo al final de la película. Enfatizaron en que el Santuario de Lourdes es un punto de luz para el mundo, un lugar donde casi podemos tocar el cielo, puesto que María, nuestra Madre, es en quien encontramos consuelo, esperanza y sanación, no solo física, sino, y lo más importante, del alma. En este santuario, todo se llena de la presencia de Dios, de su dulzura, sencillez y amor.