Rosario para acompañar a María – sábado santo
Rosario para acompañar a María
Sábado, 3 de abril de 2021 – sábado santo
A las 6H30 del Sábado Santo, noventa y un personas nos reunimos vía Zoom, para rezar el Santo Rosario y acompañar a María en su soledad y dolor.
En cada Ave María pedimos que, a imitación suya y con su ayuda, las tentaciones y bullicio del mundo no nos alejen de Jesús y caminemos abandonados en Dios, por el camino seguro que nos conduce a los brazos de Jesús y al Reino de Dios.
En cada letanía pedíamos ser esas flores que adornen los pies de Jesús y ser velas encendidas que acompañen y consuelen a nuestra Madre y a Jesús en la Cruz.
Vigilia pascual
El Señor nos invita a recomenzar
El Sábado Santo, la capilla se encendió con la luz de las velas y se llenó con el resonar de las campanas, la emoción se sentía en los ciento cinco corazones que asistimos virtualmente a la celebración cristiana más importante de todas ¡la Resurrección de Jesucristo!
Un grupo de mujeres llegó al sepulcro para terminar de embalsamar el cuerpo de Jesús, pero no lo encontraron. Un ángel se les apareció y les dijo: “¿Buscan a Jesús el de Nazaret? No está aquí. Ha resucitado. Decidles a sus discípulos que vayan a Galilea y allí lo verán.”
Con esta lectura del evangelio (Mt. 28, 6), el padre Milton desarrolló una homilía vibrante. Apegado a las palabras del Papa Francisco, nos invitó a acoger también la invitación de la Pascua: vayamos a Galilea, donde el Señor Resucitado nos precede.
Ese llamado a “volver” a Galilea, a aquel punto donde los Apóstoles conocieron a Jesús, se convirtió en una invitación a “empezar de nuevo”, con la ilusión de reencontrarse con el Amor, en un mensaje de esperanza que nos llama a reconstruir, a dejar que el Señor haga nuevas todas las cosas, a dejar el miedo y a renovar el corazón con las promesas bautismales.
Llenarnos de una nueva ilusión siguiendo a un Cristo Vivo, Aquel que ha vencido la muerte y nos llama a recorrer nuevos caminos, que nos ama sin límites y que nos lleva a compartir con Él la Resurrección y la Vida.
Recibimos una bendición especial en medio de un ambiente de gran alegría y, con cantos de alabanza y abrazos de felicitaciones, la santa misa terminó.