Quito, 01 de enero de 2023. Solemnidad de María, Madre de Dios.
Amados hermanos de la Obra
Los saludo con un abrazo fraterno, y con la esperanza de que en esta Navidad el Niño Jesús haya nacido en cada uno de sus hogares y en sus corazones y permanezca todo este Nuevo Año llenándolos de bendiciones, amor y sabiduría para vivir el 2023 con radical fidelidad al Amor, dentro del camino que plantea la Obra de la Unidad.
Hemos terminado el 2022, año en el que nos propusimos vivir la Verdad. Si miramos con humildad y trascendencia hacia atrás en el tiempo, podríamos ver cuántas gracias Dios ha derramado sobre su Obra y también en la vida personal de cada uno.
El actuar de Dios es inexplicable y tantas veces inentendible, sin embargo, siempre hay el llamado y la invitación del Corazón de Jesús a confiar en aquel Dueño y Creador Todo Poderoso que se desborda en ternura por sus hijos, llegando incluso a mendigar nuestro amor, y no porque lo necesite, sino porque es nuestra salvación y el camino de retorno al Hogar Celestial.
La ternura de Dios se manifiesta de tantas maneras, aunque no sea atendida en medio del ruido del mundo, y aún en el de nuestro mundo interior, pues cuánto ruido hacen nuestros pensamientos, apuros, criterios, compromisos, necesidades y tantas cosas que ocupan a diario toda nuestra atención.
La ternura es suave, sencilla, silenciosa y pura, es manifestación perfecta del Amor Divino. Pensemos cuánto esa Ternura de Dios está presente y actuante en nuestra vida, para ello contemplemos a nuestra Madre Santísima, que esconde todo su esplendor y hermosura inigualable bajo su manto de humildad, de pureza y sencillez, que engendra al Hijo de Dios y luego nos lo entrega en una Cruz y, en ese momento, Ella nos engendra en su corazón y con ternura nos une a la Trinidad Santa.
Contemplemos a todo un Dios que nace en un mísero pesebre, pobre, humilde, pero lejano del ruido del mundo, en medio de animales y del silencio de la noche.
Contemplemos aquella imagen de los primeros perseguidos y rechazados a causa del Amor encarnado: José y María, quienes nos muestran cómo la Ternura crea un ambiente perfecto donde puede anidar el Amor, ser su hogar sin importar el lugar o la circunstancia.
Contemplemos en medio de todo esto y tanto más, el obrar del Dios bueno que se desvive por nosotros, y preguntémonos, ¿cuánto verdaderamente lo hemos recibido, lo vemos y lo descubrimos en nuestro diario vivir? ¿Cuánto escuchamos su voz o vemos su Corazón frente a nosotros en aquel que nos habla o nos necesita? ¿Cómo son mis actitudes y comportamientos ante el otro, frente a sus “defectos” o simplemente en lo que no me gusta o no comprendo de él?
Reflexionemos las palabras del Santo Padre Francisco, quien en su mensaje de Navidad, nos invita al silencio para ver y recibir al Amor.
Jesucristo es también el camino de la paz. Él, con su encarnación, pasión, muerte y resurrección, abrió el paso de un mundo cerrado, oprimido por las tinieblas de la enemistad y de la guerra, a un mundo abierto, libre para vivir en la fraternidad y en la paz. Hermanos y hermanas, ¡sigamos esta senda! Pero para poder hacerlo, para ser capaces de caminar en pos de Jesús, debemos despojarnos de las cargas que nos lo impiden y que nos mantienen bloqueados.
¿Y cuáles son estas cargas? ¿Cuál es este “lastre”? Son las mismas pasiones negativas que impidieron que el rey Herodes y su corte reconocieran y acogieran el nacimiento de Jesús, es decir, el apego al poder y al dinero, la soberbia, la hipocresía, la mentira. Estas cargas imposibilitan ir a Belén, excluyen de la gracia de la Navidad y cierran el acceso al camino de la paz…
… Hermanos y hermanas, Belén nos muestra la sencillez de Dios, que no se revela a los sabios y a los doctos, sino a los pequeños, a quienes tienen el corazón puro y abierto (cf. Mt 11,25). Como los pastores, vayamos también nosotros sin demora y dejémonos maravillar por el acontecimiento impensable de Dios que se hace hombre para nuestra salvación. Aquel que es fuente de todo bien se hace pobre [1] y pide como limosna nuestra pobre humanidad. Dejémonos conmover por el amor de Dios y sigamos a Jesús, que se despojó de su gloria para hacernos partícipes de su plenitud. [2].
Mensaje URBI ET ORBI. Domingo, 25 de diciembre de 2022
La Sagrada Familia fue rechazada y tantos se perdieron de recibir LA GRACIA que traían consigo. Pero cuánto nosotros por comodidades, apegos, miedos, hipocresías, resentimientos, faltas de diálogo y comunicación, por imponer nuestro criterio o hacer las cosas a nuestra manera, etc.. aún cerramos las puertas de nuestro corazón a la GRACIA.
Mis hermanos, comencemos el año 2023 con una reflexión profunda de todo lo vivido, y con nuevas decisiones verdaderas y radicales de amar a Dios y a todo lo que Él pone en nuestra vida, teniendo la certeza de lo perfecto de su Voluntad. Seamos capaces de vivir Su Ternura, que es una actitud donde fluye y reina el Amor con inocencia, y también se convierte en lugar de acogida para que el “otro” pueda expresarse en libertad y, así, podamos ser aquel lugar de paz y hogar para su alma. No tengamos miedo de despojarnos de todo cuanto nos pesa aún, como nos muestra el Santo Padre.
Que este nuevo año nuestro corazón aprenda a ser libre, abandonado en Dios completamente, sin nada que estorbe en nuestra relación con Él. Que sepamos ser humildes e inocentes para que podamos ver al Amor de los amores en el día a día. Propongámonos ser sus verdaderos discípulos, pues no solo es nuestra salvación sino que nos llama a ser sus instrumentos para llevar luz y salvación a otros, pero no puede hacerlo si continuamos encerrados en nosotros y nuestros deseos. Por eso, que la decisión de amar a Dios por sobretodo, sea lo más importante y nos lleve a la sencillez e inocencia para ser y hacer un hogar tierno y humilde para Jesús.
Les envío desde mi corazón un fraterno abrazo lleno de amor y el deseo de que caminemos juntos este año en pos de nuestro Maestro Jesús y su sagrada Voluntad.
Dios y nuestra Madre y Reina de la Unidad nos bendigan a todos…
Con amor fraterno,
Juan Arturo Crespo V.
Presidente OMMRU