DE LA ABUNDANCIA DEL CORAZÓN HABLA LA BOCA
La Palabra de Dios nos advierte en algunas ocasiones sobre cómo nuestra boca es una especie de termómetro de cómo está nuestro corazón, a diferencia de lo que el pueblo judío creía acerca de la ley como signo de pureza, para Jesús nuestras palabras son signo de la pureza o impureza:
«En cambio lo que sale de la boca procede del corazón, y eso es lo que hace impura a la persona.» (Mateo 15,18).
Por eso es necesario, para quien busca la verdad de su crecimiento personal, el estar atento a las propias palabras, el estar vigilante frente al significado profundo de lo que uno mismo pronuncia con plena conciencia o inconscientemente. También el «confesar», no tanto hablando del Sacramento de la Reconciliación, sino de la «confesión de boca» constante, que en nuestra espiritualidad se nos pide, es decir, ser más comunicativos y revelar más nuestro corazón en palabras, reconociendo también nuestros errores.
Este valorar la palabra del otro nos lleva a cuidar el corazón del prójimo y, como hermanos, atrevernos a preguntar, cuando notamos que el otro muestra en sus palabras algún signo de algo más profundo en el corazón, incluso si fuera algo confuso o algo que parece juicio. Podemos hablar con nuestro hermano y dejar que nos hable. Pedirle aclaración. No sintiéndonos expertos al hablar sino más bien como acto de amor por el otro, buscar esa claridad pues muchas veces uno puede ver desde fuera en las palabras del otro algo que él no puede ver por sí mismo y viceversa.
Entonces si he escuchado algo en mi comunidad o en un grupo de hermanos no es simplemente algo que yo no dije y no tengo responsabilidad, ni me puedo lavar las manos por lo que otros dijeron, porque la palabra del otro refleja su corazón y la mía y mi silencio también reflejan lo que hay o no hay en el mío y mi amor o falta de amor por el corazón del otro. Alguna vez escuché de un misionero, que decía haber muerto y experimentado su juicio particular y que Jesús le permitió volver a la vida por una gracia especialísima, que un alma es juzgada también por las cosas que escucha y lo que hizo frente a eso que escuchó.
Padre Milton Danilo Paredes
Superior de la Fraternidad Sacerdotal del
“Santo Sacrificio y María, Madre y Reina de la Unidad”
Preguntémonos:
- ya que a veces gastamos cantidades considerables de dinero para entender si nuestra salud está bien o mal o si nuestros conocimientos profesionales están actualizados, es decir buscando diagnósticos en lo que es importante para nosotros ¿No valdría darles más importancia a nuestras palabras y buscar en ellas un «diagnóstico» de qué tan sano o enfermo está nuestro propio corazón?