Meditaciones Diarias Cuaresma 2020: Día 21

Meditaciones Diarias Cuaresma 2020:  Día 21

HABLANDO DE MARÍA: EL FÍAT DE MARÍA NOS LIBERA

Una cosa que hemos aprendido en nuestra espiritualidad es a examinarnos profundamente en aquellas cosas que pueden condicionar nuestro actuar en el momento presente. Por eso me pareció tan especial esta reflexión del Santo Padre a propósito del Si de María: una María LIBERADORA de nuestras ataduras que nos evoca aquel amor que tenemos por nuestra Señora de la Merced (Merced entendida como Misericordia), la liberadora de los cautivos, cuya fiesta celebramos como antesala al día de la purificación de las almas, cada 24 de septiembre.

No es coincidencia que tengamos las dos características en una sola advocación: Misericordia (Merced) y Liberadora, pues lo que hace que una persona pueda amar verdaderamente y entregarse por alguien, es que haya tenido primero un proceso de liberación interior de sus ataduras.

Por experiencia cada uno de nosotros se ha dado cuenta que cualquier tipo de amor, el de padres e hijos, el de amigos, el de pareja, cuando no proviene de un corazón libre, se llena de impureza, posesividad y muchas veces puede terminar incluso extinguiéndose como todo aquello que no ha puesto a Dios como cimiento.

Por ello es tan importante purificar nuestro corazón buscando ser libres primero. Aquí el texto de nuestro querido Santo Padre que nos ayudará a tener más claridad al respecto:

«Es una realidad: María siempre nos lleva a Jesús. Es una mujer de fe, una verdadera creyente. Podemos preguntarnos ¿Cómo es la fe de María?

1.El primer elemento de su fe es éste: La fe de María desata el nudo del pecado (cf. LG, 56). ¿Qué significa esto? Los Padres conciliares han tomado una expresión de san Ireneo que dice así: «El nudo de la desobediencia de Eva lo desató la obediencia de María. Lo que ató la virgen Eva por su falta de fe, lo desató la Virgen María por su fe» (Adv. Haer., III, 22, 4).

El «nudo» de la desobediencia, el «nudo» de la incredulidad. Cuando un niño desobedece a su madre o a su padre, podríamos decir que se forma un pequeño «nudo».

Esto sucede si el niño actúa dándose cuenta de lo que hace, especialmente si hay de por medio una mentira; en ese momento no se fía de la mamá o del papá. Vosotros sabéis,

¡Cuántas veces pasa esto! Entonces, la relación con los padres necesita ser limpiada de esta falta y, de hecho, se pide perdón para que haya de nuevo armonía y confianza.

Algo parecido ocurre en nuestras relaciones con Dios. Cuando no lo escuchamos, no seguimos su voluntad, cometemos actos concretos en los que mostramos falta de confianza en él – y esto es pecado –, se forma como un nudo en nuestra interioridad. Estos nudos nos quitan la paz y la serenidad. Son peligrosos, porque varios nudos pueden convertirse en una madeja, que siempre es más doloroso y más difícil de deshacer. Pero para la misericordia de Dios, lo sabemos, nada es imposible. Hasta los nudos más enredados se deshacen con su gracia. Y María, que con su «sí» ha abierto la puerta a Dios para deshacer el nudo de la antigua desobediencia, es la madre que con paciencia y ternura nos lleva a Dios, para que él desate los nudos de nuestra alma con su misericordia de Padre.

Cada uno de nosotros tiene algunos y podemos preguntarnos dentro de nuestro corazón: ¿Cuáles son los nudos que hay en mi vida? Eh, Padre, ¡los míos no se pueden aflojar! Eh, ¡esto es una confusión! Todos los nudos del corazón, todos los nudos de la conciencia se pueden aflojar. ¿Pido a María que me ayude a tener confianza, para aflojar, para en la misericordia de Dios poder cambiar?

Ella, mujer de fe, seguro que nos dirá: «Ve adelante, ve donde el Señor: Él te entiende». Y ella lleva de la mano de María el abrazo del Padre, del Padre de la misericordia.

Padre Milton Danilo Paredes
Superior de la Fraternidad Sacerdotal del
“Santo Sacrificio y María, Madre y Reina de la Unidad”


Preguntémonos:

Nos pregunta el Santo Padre en el texto:

  • ¿Cuáles son los nudos que hay en mi vida?
  • ¿Pido a María que me ayude a tener confianza, para aflojar, para en la misericordia de Dios poder cambiar?

Propósito

Voy a pensar en los nudos que desde mi infancia se han atado en mi corazón por la desobediencia y la desconfianza hacia quienes debía obedecer y al menos voy a reparar uno de estos nudos hoy y así cada día hasta el final de esta cuaresma, tomando la decisión de obedecer en aquello que fui desobediente, recordando claramente cuál fue la consigna que desobedecí, pidiendo perdón a Dios, y, de ser posible a la persona a la cual desobedecí, y pidiéndole a María su intercesión para no quedarme solo en esta lucha sino obedecer desde su Fiat.

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