La Oración, herramienta poderosa y camino de unión con Jesús y María para la amorosa salvación de las almas.
Queridos miembros de la Obra en Ecuador y en todo el mundo.
Ante nuestros ojos y en nuestras propias vidas transcurre una realidad difícil. Cada día escuchamos, vemos y vivimos situaciones de dolor, donde se pone en evidencia cómo la oscuridad quiere adueñarse del mundo.
Sin embargo, Dios no calla y su luz y el poder de su Amor llega a cada rincón del corazón humano, siempre y cuando este se lo permita. Pues esta es la libertad, ese don preciado que, por misericordia de Dios, tenemos sus hijos y que tantas veces no sabemos aprovecharla o simplemente la utilizamos egoístamente.
Es precisamente ante esta realidad que afrontamos en nuestras familias, en nuestro país y en el mundo entero, que hago un nuevo llamado, en nombre de Jesús, Maestro del Amor y la Unidad: unámonos como un solo corazón y bajo el mismo Espíritu en nuevas jornadas de oración.
La oración es amistad (Ex 33,11), es anhelo, (Is 26,9), es acción de gracias (Jon 2,2–10), es súplica (Fil 4,6), es perseverancia e intercesión (Ef 6,18), es fe (Mc 11,22–24) y es amor (Jn 17). El Catecismo de la Iglesia Católica lo explica con belleza y autoridad: «La oración es la vida del corazón nuevo. Debe animarnos en todo momento. Nosotros, sin embargo, olvidamos al que es nuestra Vida y nuestro Todo. Por eso, los Padres espirituales, en la tradición del Deuteronomio y de los profetas, insisten en la oración como un “recuerdo de Dios”, un frecuente despertar la “memoria del corazón”: “Es necesario acordarse de Dios más a menudo que de respirar”. Pero no se puede orar “en todo tiempo” si no se ora, con particular dedicación, en algunos momentos: son los tiempos fuertes de la oración cristiana, en intensidad y en duración.»
Cómo sabemos, el mes de marzo es un mes de oración, de vivir y hacer el Santo Rosario con la fuerza del que ama a Dios por sobre todas las cosas y a María, nuestra Madre y Reina de la Unidad, que nos llama a vivir su “Sí” por la salvación de nuestra alma y las de otros.
Justamente en este año la cuaresma comienza en marzo. Es un tiempo de gracia y de amor que debemos aprovechar al máximo. No solo por y para nosotros, sino por aquellos necesitados de su amor misericordioso a quienes debemos llevar la Buena Nueva. Todo esto comienza con la oración profunda de nuestro corazón, en ese diálogo íntimo con Nuestro Señor Jesucristo, que por su misericordia nos une a sus planes a través de esta bendita Obra y debemos vivir en consecuencia de ese don precioso.
Dios cuenta con sus hijos de la Obra para ser fuerza de amor en la oración, ser portadores de luz y esperanza en tiempos que cada vez se vuelven más difíciles.
Particularmente en este mes, vivamos la oración, hagamos de ella nuestro apostolado y nuestro respirar.
Por ello, adjunto el cuadro donde todas las comunidades estaremos cubriendo con el rezo del Santo Rosario cada hora del día (VER ARCHIVO). Tendremos también momentos de adoración al Santísimo y jornadas de penitencia que ya se les anunciarán con tiempo.
Vamos a adorar a nuestro Dios con todo nuestra vida y nuestro ser. ¡Que nuestra oración sea un canto de alabanza para su Santo Nombre y que en nuestro corazón brille la presencia de Dios en la alegría y la fe, demostración de los hijos del Amor y la Unidad que una vez más somos llamados a salir de nosotros mismos para darnos generosamente al resto!
¿Estamos dispuestos a vivir fieles esta bendita invitación? ¿Daremos el “Sí” que María dio?
En este año en que estamos invitados a buscar nuestra personal Unidad interior, tomando como modelo de vida el “Hágase” total de María, este mes de oración continua es una perfecta oportunidad para, a través de la contemplación de los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, mirar nuestra propia vida en los ojos y la actitud de María.
Que el Señor nos cubra, nos bendiga y sea solo su amor lo que nos mueva a dar lo mejor en este tiempo.
Les abrazo fraternalmente y les deseo una santa y sentida Cuaresma.