Hoy, 21 de enero, estamos meditando el Evangelio de Mateo 5, 25-34
El evangelio de hoy en este día 4to día de la semana de la unidad, nos habla de lo que significa por una parte la providencia y por otra parte el poner a Dios como centro de nuestros actos.
Tengo la dicha que mientras hago esta redacción, hay un pajarito que está cantando.
Justamente el Evangelio nos habla de eso; en el cual Jesús dice: “¿Por qué ustedes no son un poco más como las aves del cielo que no están preocupadas de qué comerán o de cómo se vestirán?” y también dice que: “Quien pone a Dios como centro, busca primero el Reino de Dios y lo demás se le dará por añadidura”.
Aunque en principio pareciera ser que lo importante es hablar de la Providencia, es decir, de que tanto nosotros creemos que Dios no va a ayudar. Por ejemplo, en los temas de que es lo que vamos a comer el día de mañana, o que es lo que vamos a vestir, el Señor nos llama a no preocuparnos.
También en este Evangelio y a lo mejor la idea más importante, es que el Señor nos pregunta: ¿Cómo está nuestro abandono? en relación con esas circunstancias que es la sensación de inseguridad cuando no hemos resuelto todos nuestros problemas económicos, de alimentación o de vestido y de cuantas veces nosotros no amamos lo suficientemente a Dios como para confiar en que Él mismo nos va a ayudar si es que optamos por Él en primer lugar.
Por ejemplo, yo recuerdo que cuando Dios me llamo a ser sacerdote hace algunos años y yo decidí escuchar su voz y seguirlo, una persona de mi familia que me apoyaba económicamente en todos los temas de mis estudios me dijo: “Si tú decides ser sacerdote yo no te voy a apoyar más económicamente”. Entonces tuve que tomar una decisión.
El mismo Padre Juan me dijo: “Ojalá tuvieras alguien que te ayude porque no tengo este rato para ayudarte”. Y yo entré al Seminario sin ninguna posibilidad de pagar mis estudios en ese momento y el padre Juan se las ingenió para ayudarme.
Pero el punto está en cuantas veces yo hubiera o las personas podemos dejarnos condicionar. Puede ser no únicamente el condicionamiento económico. Eso es bueno que nosotros lo veamos. Nosotros podemos dejarnos condicionar por gente que nos dice: “Bueno si tu sigues a Dios ya no soy tu amigo”.
Y a veces nosotros no creemos en la providencia también en este nivel. Por ejemplo, en el nivel de la amistad porque si es que yo llego a decirle a Dios: “Dios yo creo que tú eres providente y que tú me vas a dar la comida que necesito, tú me vas a dar el vestido que necesito como dice la palabra de Dios si es que yo te sigo”. También deberíamos ser capaces de decir: “Señor si yo pierdo amigos por seguir tu camino, entonces yo confío que tú me vas a dar otros amigos que incluso van a ser mejores”.
Cuántas veces por estos temas nos dejamos condicionar y uno ve gente atada en este mundo, que dicen: “Yo tengo un plan para Dios, pero al mismo tiempo no quiero arriesgarme económicamente mucho”. O gente que dice: “Yo quiero estar con Dios, pero no quiero perder los amigos de hoy”. Y muchas veces al ser gente condicionada no da un paso y al mismo tiempo no permiten que Dios obre en su providencia porque cuando tú te abandonas en Dios una cosa hermosa que sucede es que permites que Dios obre en su providencia.
En este día pensemos en cómo son esos pajaritos que el Señor nos pone como ejemplo. Son pobres. ¿Qué significa la pobreza? No es que ellos no tienen vestido, sino que significa que no dependen de nada para ir donde tienen que ir. Nosotros dependemos de algo para hacer lo que tenemos que hacer.
Supongamos que el día de mañana yo tengo que hacer una misión. Tengo que ir simplemente al frente donde vive una persona que es mi hermano de comunidad y yo digo: “No, lo que pasa es que no puedo ir porque no tengo dinero” o “No, no puedo ir”.
Muchas veces uno se da cuenta que las personas tienen planificado hacer algo para Dios y justo ese día tienen un cafecito con un grupo de gente que no les está encaminando a Dios y esa persona tiene miedo porque teme quedarse sin sus amigos.
Son cosas que a veces parecen muy simples, pero nos hablan de cuánto nosotros no vivimos esa pobreza. La pobreza no de no tener nada. Si no, la pobreza de anhelar a Dios por sobre todas las cosas y que el resto de las cosas las consideremos poco; como dice San Pablo incluso llegarlas a considerar basura. ¡Cuán ricos somos de nosotros mismos y de nuestros criterios y cuán pobres somos de la sed de Dios!
Hoy Dios nos cuestiona eso y nos dice: “Para vivir la unidad con Él, tenemos que aprender a ser pobres. Pobres de nuestros deseos, de nuestros proyectos, incluso a veces de nuestras amistades”.
Que las amistades las hemos escogido nosotros y no hemos dejado que sea Dios el que nos escoja las amistades y muchas veces por eso mismo sufrimos y nos quedamos sin pan ni pedazo porque Dios es providente con aquel que cumple su voluntad. Pero con aquel que es autosuficiente, Dios le deja que viva en su propia suerte de acuerdo a lo que se merece.
Dejemos que Dios guie nuestros pasos y preocupémonos hoy de cumplir su voluntad, que el Señor nos bendiga y nos acompañe en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Con profundo amor,
Padre Milton Danilo Paredes
Superior de la Fraternidad Sacerdotal del
“Santo Sacrificio y María, Madre y Reina de la Unidad”