A QUIEN MÁS SE AMA, MÁS SE EXIGE
En la Palabra de Dios se nos explica que “después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos»” (Jn 21,15).
Tres veces el Señor le repitió esta pregunta a Pedro, y tres veces le dijo: “Apacienta mis corderos”. A ningún otro apóstol se le dijo esto. Esta frase de Jesús “me amas MÁS” debemos ponerla dentro de un contexto: Pedro estuvo con Jesús durante la transfiguración, lo acompañó en el huerto cuando sudó sangre y en muchos momentos importantes estuvo incluso más cerca que los otros 11 apóstoles contemplando la vida de Jesús de una manera privilegiada.
Sin embargo, esto no era coincidencia pues Jesús ya conocía el corazón de Pedro y sabía que Pedro lo amaba más, aunque fuera una persona imperfecta e impulsiva. Más allá de las negaciones, Jesús confiaba en el amor de Pedro y por eso le permite contagiarse mucho más de su presencia y le permite ser más íntimo que los otros. Igualmente le exigirá mucho más y hasta el final: “…cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras” (Jn 21, 18). Le dijo Jesús, explicándole la manera de morir que tendría.
Por eso, no debe sorprendernos que, si decimos que nos sentimos amados por Dios, también sintamos que Dios nos exige y nos pide; esta no es una realidad lejana de lo que es el amor mismo: Jesús más pide al apóstol que más lo ama y cada uno de los más cercanos también son más exigidos que los otros.
¿La razón? En Jesús todo se mueve por el amor y Jesús sabe que amar es aquello que hace que alguien sea feliz. Por eso a quienes más ama y responden más, Jesús también les permite ser más felices.
Por ello las “exigencias” de Dios no debemos verlas desde el concepto de un Dios como lo concebían en las épocas tribales, donde los ancianos de las tribus tenían que ofrecer sacrificios para calmar la ira de Dios , antes bien , en Dios cada sacrificio que pide a quienes ama, lo hace porque sabe qué le pide a cada persona, y, aunque algo nos cueste o nos duela, al final seremos más libres, más felices , más dichosos.
En el Apocalipsis se nos dice: “Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé fervoroso y arrepiéntete”. (Ap 3:19)
Padre Milton Danilo Paredes
Superior de la Fraternidad Sacerdotal del
“Santo Sacrificio y María, Madre y Reina de la Unidad”
Preguntémonos:
- ¿Vemos las pruebas que Dios nos pone y las purificaciones como signos del Amor que Dios nos tiene?