Segundo Día de la Semana de la Unidad – 2019

Segundo Día de la Semana de la Unidad – 2019

Hoy, 19 de enero, la Iglesia nos invita a pensar en el Evangelio de Mateo 5, 33-37

En el día segundo del Octavario de oración por la Unidad de los cristianos, el evangelio nos habla especialmente de lo que es el amor a la verdad. Dice el Señor, en una parte de este Evangelio, que no juremos en falso y que cumplamos lo que hemos jurado al Señor. El Señor advierte diciendo: “No juren, ni por el cielo que es el trono de Dios, ni por la tierra que es la tarima de sus pies, ni por Jerusalén que es la ciudad del Gran Rey, ni siquiera por tu propia cabeza, dice el Señor, porque no puedes hacer blanco o negro ni uno solo de tus cabellos. Digan sí, cuando es sí y no cuando es no, cualquier otra cosa que se le añada viene del demonio”.

Cuando nosotros nos encontramos en este tiempo en un mundo donde la gente ha vuelto relativa la verdad, -y es parte de lo que hablábamos en el primer día de la Semana de la Unidad- la gente se torna superficial, y al volverte superficial no te gusta encontrar la verdad, la relativizas. Hoy es normal encontrar gente superficial que dice: “Lo que pasa es que esa es mi verdad y esta es tu verdad. Lo que tú me dices es tu verdad y tú tienes que respetar mi verdad y yo respeto la tuya”. Es como cuando tú hablas de algo que te ha sucedido, no pudieras confrontarlo con el pensamiento de los demás. De lo que te habla, es de soberbia. La persona soberbia se cree poseedora de la verdad, eso también es una grave falta.

Quienes somos creyentes de Jesús, primero sabemos que Él es la verdad, nosotros no somos la verdad. Hay una parte de la verdad en nosotros porque Él habita en nosotros, y hay una parte de la verdad en el otro porque Jesús está en el otro. Pero ante todo la verdad está en Él, en Jesús, que como Dios ha venido a manifestar la verdad plena. Por eso, las personas que tienen un pobre sentido de la verdad tienen un pobre sentido de Dios.

Jesús dice: “Yo soy el camino y la verdad”. Y claro, si la verdad es Dios, significa que yo tengo que salir de mí mismo para conocer la verdad.

Algo que yo he entendido en este camino de la Unidad, a través de quienes nos han formado durante tantos años, ha sido que, el decir la verdad hace que tú puedas tener relaciones profundas con los otros. Las personas que no son verdaderas, no dicen la verdad y no buscan la verdad, normalmente tienen amistades pobres, relaciones pobres con sus padres, relaciones pobres consigo mismos. Para que tú llegues a caminar en una relación verdadera, auténtica y hermosa, hace falta que tú seas capaz de decirte la verdad a ti mismo.

Y, ¿Cómo voy a decirme la verdad a mí mismo, si a lo mejor yo he sido formado, como tantas otras personas, en algún hogar donde la verdad era relativa?

Esto es algo hermoso que yo encontré, especialmente en los jóvenes que han vivido en esta espiritualidad desde pequeños, que sus padres los formaban en la verdad. Alguna vez escuchaba de uno de ellos que, al inicio de sus problemas y sus peleas entre ellos necesitaban la voz de sus padres para ponerles la verdad y que eso les ayude a solucionar el problema. Después de pasados algunos años, ellos ya tenían formado en sí, la verdad; y a veces ellos solos solucionaban el problema. Es decir, no es que únicamente la verdad algo que nosotros tenemos en el corazón; sino que tenemos que ser formados en la verdad.

Por eso, tantas veces se habla de la riqueza y el valor de la guía espiritual, porque uno puede incluso con uno mismo tener una distorsión de la verdad personal. Hay personas que son demasiado agresivas consigo mismas y cuando tienen que decirse la verdad así mismos son demasiado fuertes.

 

Dios no quiere eso. Dios quiere que haya misericordia, incluso cuando nosotros nos hablamos a nosotros mismos. Si somos misericordiosos con nosotros, cuando estemos con los demás, seremos misericordiosos con ellos. Hace falta una mirada de amor que nos mire y nos diga la verdad, pero con amor. También hay personas que son demasiado laxas y no ven nada de sí mismos, no ven pecado. Cuando viene otra persona y les muestra que hay un pecado, con la verdad y con amor, se forma en ellos una conciencia.

Cuando Jesús dice: “No juren ni por el cielo, no juren por Jerusalén, no juren ni siquiera por su cabeza”, Jesús nos está advirtiendo: “Tú no tienes potestad sobre la verdad, tú no puedes cambiar la verdad. Tú puedes decir yo no creo en Dios, pero eso no significa que El no exista. Tú puedes mentirte a ti mismo, pero no tienes potestad ni siquiera sobre ti mismo, ni siquiera sobre tu cabeza, dice el Señor. Por más que tú jures que tienes el cabello blanco, si lo tienes negro, significa que es negro”.

En este tiempo que se habla tanto de esta ideología de género, que es una farsa porque dice que tú escoges si eres hombre o mujer. ¡Cuánta relativización! uno dice, si hasta en aquello que es comprobado científicamente, el hombre quiere tener potestad de verdad. Por eso estamos tan lejos en este tiempo de tener cosas reales en nuestra vida. Cada vez el ser humano ha distorsionado más la verdad y al distorsionar la verdad se aleja de Dios. Un principio para vivir la unidad interior, un principio para acercarse a Dios, un principio para tener relaciones verdaderas, puras y hermosas es pararse en la verdad.

Hoy, segundo día del Octavario de la oración por la Unidad de los Cristianos, de esta semana hermosa que la Iglesia nos plantea vivir, nos invita el Señor a vivir en la verdad, a pararnos en la verdad, a buscar la verdad respetuosa y humildemente. Que sea una verdad grande, esa verdad que Dios nos propone y que muchas veces no es que es relativa. Sino que, nosotros la hemos hecho relativa y pobre.

Si nosotros le diéramos el valor a la verdad, entenderíamos la grandeza de la verdad y la grandeza de Dios. Dios sería grande en nuestras vidas, porque nosotros le permitiríamos entrar con toda su gracia y con toda su dimensión.

Que el Señor nos bendiga y los bendiga a ustedes en este día y nos permita vivir en la verdad.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Con profundo amor,

Padre Milton Danilo Paredes
Superior de la Fraternidad Sacerdotal del
“Santo Sacrificio y María, Madre y Reina de la Unidad”

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