Hoy, 23 de enero, estamos meditando el Evangelio de Mateo 16, 14-15
He pasado todo el día pensando sobre estos dos versículos que propone hoy la Iglesia. Incluso la meditación se queda abierta en la una respuesta.
El Señor dice en el versículo 15: “Y ustedes ¿Quién dicen que soy Yo?”. En el versículo 14 dice: “Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas”.
Es decir, el texto para meditar termina en una pregunta. Obviamente, la pregunta me la hago a mí mismo antes de poder responderla. “Para ti, Milton, ¿Quién dices que soy Yo?”
Yo creo que para poder responder a esta pregunta se debería tener cierto temor de Dios, porque la pregunta implica una respuesta esencial de vida.
Para aquellos que creían que Jesús era Juan Bautista, a lo mejor significó una decepción ver muerto a Juan Bautista y no resucitado después de tantas increíbles proezas y signos que se daban a través de él.
Quienes creían que Jesús era Elías, vieron a un profeta poderoso que también hacia milagros con una gran fuerza del Espíritu Santo sobre él. Tan impresionante que hasta revivía muertos Elías.
Quién conoce la vida de Jeremías sabe, que fue un profeta caracterizado por la fidelidad, un profeta impactante en las profecías que Dios daba a través de él.
Cuando uno se pregunta: “Y para mí, ¿Quién es Jesús?” tal vez, la primera respuesta pueda ser demasiado rápida, pero Jesús a diferencia de todos los profetas mencionados -como mesías- fue el único que hablo así de forma radicalmente sobre el amor.
Al no ser un profeta sino el Cristo mismo; es decir el Salvador, lo único que uno puede hacer frente al Salvador sería adorarle. Esa sería la respuesta lógica y obvia.
Yo creo que la parte profunda de la primera pregunta de Jesús era si, ¿Realmente consideras que Yo soy tu Salvador?, ¿Estás dispuesto a amarme hasta lo que voy a proponer que es la misma cruz?
Es decir, a diferencia de Jeremías que habla de la tierra prometida o a diferencia de Elías, que habla de una presencia poderosa del Espíritu, o de Juan el Bautista que anuncia un bautismo por medio del agua y el fuego; Jesús habla de la Cruz.
Es el Mesías, pero un Mesías que habla de la cruz que no es simplemente el dolor, sino que es el llegar a amar hasta dar la vida.
Si Jesús se nos presenta como el Salvador y hoy me pregunta: “para ti, ¿Quién soy?” me está preguntando: “¿Estás dispuesto a amar a los demás hasta entregar la vida?”. Yo quisiera dejarles este interrogante porque la respuesta no se limita a una palabra.
Yo creo que esa fue la intención de quienes diseñaron estos ocho días de meditaciones.
Que la meditación de hoy no tiene una respuesta que no sea la respuesta de cada uno.
No se trata de responder a Jesús con palabras. Jesús quiere que le respondamos con actos. Es algo mucho más fuerte.
Algo hermoso que nos dijo en otra ocasión el Arzobispo de Quito fue: “si ustedes son capaces de dar la vida los unos por los otros, encontrarán seguidores. Seguidores, ¿De qué? Del Evangelio de la Unidad”. De lo que predicamos.
Esta frase de Monseñor me ha quedado resonando porque yo le pido mucho al Señor de que fruto de las meditaciones aparezcan más seguidores. No míos, obviamente. No de la Obra. No. Sino de Jesús. ¿Y cuál es la única manera de mostrar a Jesús? Es aprendiendo a dar la vida por amor. Les queda a ustedes esta pregunta en este sexto día de meditación.
Si están dispuestos a dar la vida y así demostrar que para ustedes Jesús es el Cristo anunciado. No es tan solo un profeta, no es tan solo una persona que habla de la ley, no es tan solo un iluminado. Si no, que es para ustedes Jesús el Salvador de la vida de cada uno de ustedes, que vino a salvarnos por el amor.
Les envío la bendición
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Con profundo amor,
Padre Milton Danilo Paredes
Superior de la Fraternidad Sacerdotal del
“Santo Sacrificio y María, Madre y Reina de la Unidad”