Queridos hermanos,
Estamos en el día de la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, en este año también en Roma se celebra este día, normalmente allá suelen ser los jueves, pero este año va a ser también en domingo, entonces la gran mayoría de la Iglesia, celebra este día, que nos debe llevar a una reflexión profunda de lo que significa «El Cuerpo y la Sangre de Cristo», especialmente en la Eucaristía, que está ahí Presente y Viva, Nuestro Señor con todo Su cuerpo, Su sangre, Su alma y Su divinidad. Como sabemos Está Vivo y Presente.
Es bueno también meditar sobre lo que el Evangelio nos pide hoy: ¿Qué significa la Comunión con Cristo? El Señor se queda con nosotros para estar en comunión con Él de una manera física, lo dice en la segunda lectura del apóstol Pablo: «¿Acaso el cáliz qué bebemos no es comunión con la Sangre de Cristo? y ¿Acaso el Pan que partimos no es comunión con el Cuerpo de Cristo? Común-unión porque el Pan es uno dice, aunque somos muchos y eso es lo que debería motivarnos cada vez que comulgamos, hoy por las circunstancias, de a poco se están abriendo las Iglesias, Dios permita que llegue pronto el momento que ustedes y todos los fieles se acerquen y puedan recibir tranquilamente la comunión, ya en otros países se está dando.
Pero la Comunión con Cristo no significa simplemente acercarse y hacer el acto de recibir la hostia Santa, sino de verdad entrar en una vida de comunión, de verdad estar conectados al Corazón de Jesús, al amor de Dios, para lo que Él me pide día a día, no es simplemente un acto devocional, emotivo del momento, y es bueno preguntarnos; cierto es la Gracia de la Comunión presencial y material, es grande, pero en este tiempo que hemos estado comulgando espiritualmente la gran mayoría: ¿Cómo realmente vivo esta Comunión con Cristo? ¿Con el cuerpo y la sangre de Cristo que están presentes? Con aquellos que también son parte del Cuerpo y Sangre de Cristo que son mis hermanos.
Es bueno preguntarnos ¿Cómo hemos llevado esta comunión? Porque en el Evangelio el Señor nos habla de algo que trasciende, cuando Él les da este discurso del Pan de vida y está concluyendo como leemos aquí y es claro en decir: que la carne es el Pan y Su Sangre es la bebida que da vida eterna y los judíos no entienden, se están quedando en un plano muy terreno, muy humano. Están pensando tal vez en canibalismo, en alguna cosa absurda, porque no entienden lo que el Señor está diciendo a sus almas; y así nos puede pasar, que la comunión no la veamos en la trascendencia que tiene, este buscar la unión con Cristo, de esta manera tan íntima, porque aquí les habla de algo trascendente, algo que debe hacerlos elevarse, ¡la comunión con Cristo me debe elevar!, esa es la que me da Vida Eterna, por eso no es una comida simplemente material, sino principalmente espiritual, bajo esas formas se da Dios entero y eso debería servirme a mí para elevarme al cielo.
No es simplemente un acto como les digo de devoción y mucho menos un acto simbólico como a veces ya se cree. ¡No!, Cristo está vivo y real, en cada partícula de esta hostia, de lo que va a ser Consagrada en este altar, de lo que en cada iglesia se consagra por manos de los sacerdotes. Y es Cristo, quién quiere venir a mi alma, a mi corazón y cambiarla; es bueno darse cuenta ¿Cómo estamos entrando en comunión cuando estas cosas terrenas nos pesan más?
A veces nos pasa que entre tanta preocupación, sobre todo en las situaciones que vivimos, hay muchas cosas nos cuesta soltar, nos cuesta sacudirnos, de esta temporalidad, de esta materialidad que tenemos, para ir más allá y buscar lo espiritual, buscar la esencia del espíritu en nosotros, que es a lo que nos invita el Señor, que a veces cuando las cosas materiales, humanas no van bien, nos atan y no podemos caminar como el Señor quiere.
Los judíos estaban confundidos tanto que al final dijeron: esto es muy duro, no, no te entendemos, nos vamos, o sea, como ya no les estaba hablando de algo material, porque ellos lo que querían era saciar sus necesidades humanas, que les dio pan, ahora necesitan un rey que los liberé de Roma, entonces todo quedaba en lo material, no había una noción clara de Dios, del cambio que quería hacer Dios en cada corazón y nos puede pasar a nosotros, y ponemos calificar o tener esta relación con Dios desde esta manera de como materialmente tengo, estoy viviendo hoy, o he vivido en mi pasado.
Hoy en la situación que estamos, por ejemplo, ahora es distanciamiento social, pero es como que el encierro a mucha gente no le ha servido todavía, hay gente como sin más ni más esta como que si nada pasara, haciendo su vida totalmente hasta como despreocupada, inconsciente, ni siquiera tomando cuidados mínimos, es como que hay gente que está desesperada por salir. Si, a nadie le gusta estar encerrado en la casa, estamos de acuerdo, pero hasta qué punto y eso es una prueba ¿Qué tanto yo puedo dejar de lado incluso esa necesidad de salir, por el bien mío y de los demás?
Ahí uno se está viendo que tan atado está a las cosas del mundo, ¿qué me ofrece el mundo? Muchos viajan, salen a encontrarse con los amigos, no digo que esté mal, pero ¿qué pesa más? y que tanto yo he hecho este tiempo, un tiempo de encuentro con el Señor. Porque ya cuando medio se pongan las cosas normales y entremos en el ritmo, del día a día, ¿Dónde va a estar Dios?
El día de hoy es una fiesta que nos invita a pensar ¿En dónde está Dios en mi día a día?, que es la comunión de la que debo aprovechar, comulgar a Cristo me debe llevar a tener un Dios presente y vivo, cada vez mayor; tanto que lo humano, lo temporal, que es cambiante, no me afecten, sino que me pueda adaptar, no digo que sea fácil porque a todos nos cuesta, pero qué tanto yo estoy a veces amargado porque no hay un gusto que se me cumpla, porque hay alguien que no hizo lo que yo quería, o porque no me tratan como yo quisiera; y no vemos a Cristo.
Todo eso debe pesar cada vez menos, cada vez que comulgamos, porque es Pan de Vida que me lleva al cielo y nuestra respuesta ante toda circunstancia humana que no entendamos incluso, debería ser la actitud de Pedro: «¿A dónde vamos Señor?, ¿a dónde iremos? Si sólo Tú tienes palabras de vida eterna». Miren como Pedro no entiende tampoco lo que está hablando el Señor, pero sabe que es la Verdad y dice: «tus palabras son vida eterna», nuestro alimento debería ser la Palabra del Señor y también Su cuerpo y Su sangre que nos debe elevar y disfrutar de ese Reino de los Cielos aquí en la tierra.
Por eso la Misa, la Comunión, debe ser esta fiesta de encuentro con el Señor, ¡Qué momento más íntimo!, donde el mismo Dios, ya no sabe cómo más; hasta materialmente quiere entrar en nosotros, en las formas del pan y del vino, porque Él está en nosotros y quiere que nos demos cuenta de que Él vive en nosotros.
Si le damos espacio, Él puede llenarnos toda nuestra vida, pero a veces llenamos de cosas materiales y de ideas, que nos dejan, más bien nos invitan a rechazar al Señor; como no entendemos porque nos parece duro, porque parece difícil el camino de Dios, simplemente decimos, en nuestro corazón podemos disfrazar de muchas excusas, pero al final es: no entiendo esto, es pesado, me voy; como la actitud de los judíos que tuvieron después de este discurso.
Por eso mis hermanos lo que Dios nos propone es mucho más que lo material, es Pan del Cielo verdaderamente y un pan que da vida, el Señor es tajante: lo humano es temporal, siempre, siempre vamos a necesitar comida, vestido, dormir, vamos a necesitar un montón de cosas del día a día, incluso para que se den cuenta y para que el Señor muestre su poder, muchos Santos vivieron de la Eucaristía, pero era una vivencia espiritual, porque humanamente hablando, nadie puede vivir años solamente con un poco de pan y vino, era la gracia y era gracia para que en esas almas se vea el poder de Dios.
Como dice la primera Lectura, Él nos puede dar todo, Él de una piedra puede sacar agua, Él puede hacer caer pan del cielo, entonces como nos dice en otro pasaje ¿Por qué preocuparnos tanto? Si nos preocupáramos del Reino de los Cielos, de verdad, todo lo demás se nos daría, y el pan de vida que es Cristo, es el camino para este Reino de los Cielos, si en realidad entramos en Comunión con El. Por eso, ahora en la comunión yo les invito, va a ser espiritual, pero es comunión de verdad, que busquemos, que entremos en unión con el Corazón de Cristo, con Su voluntad, con el Amor mismo.
Para que todo lo que Él nos muestre en este tiempo nos ayude a pesar de las dificultades, vivir en este cielo que nos tiene prometido, no es cuestión de tener muchas cosas o no tener problemas, no, el cielo y el Reino de los Cielos aquí en la tierra no se trata de eso, se trata de cómo afrontarlos con Dios en el corazón y eso es lo que muchas veces nos olvidamos. Y el Señor también nos inspirará incluso para lo material, el Señor en su providencia nos proveerá, pero debemos darle lo que necesita nuestro corazón, que es el pan de vida y la palabra del Señor, tiempo de oración.
El viernes nos hablaba un Cardenal a los sacerdotes y nos decía: ¿Cómo puedo pretender tener una relación o una amistad con Jesús, si no le doy tiempo? que es la oración. ¿Cómo crece una amistad, si no se le da tiempo? o no se le ha dado el tiempo, o no se le da el valor, para que crezca una amistad, si sobre todo no es cercana, si está empezando, se necesita tiempo, se necesita esfuerzo, ¡también con Jesús!
Entonces mis hermanos que cada comunión sea un tiempo de calidad con mi amigo, con el que quiere ser amigo de mi alma. Pidámosle a la Virgen María hoy día también que nos ayude, que ella siempre estuvo en comunión con Dios y con Su hijo, por eso pudo estar a los pies de la Cruz, también ofreciendo ese sacrificio de dolor por nuestra salvación, unida a la cruz de su Hijo.
Que así, nuestra vida unidad a la cruz de Cristo, sepa también transmitir a los demás la belleza del amor de Dios, porque, aunque uno pueda tener dolores y sufrimientos en la vida, en la cruz de Cristo encontramos nuestra salvación, en su Sangre redentora encontramos todo lo que nos hace falta para vivir plenamente en este mundo y caminar hacia la vida eterna. Que el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que va a ser consagrado, nos guarde para siempre, nos guarde del mal, nos guarde para la vida eterna.
¡Sea Alabado Jesucristo!
Padre Eddy de la Torre
Miembro de la Fraternidad Sacerdotal del
“Santo Sacrificio y María, Madre y Reina de la Unidad”