Día Santo – Día de la Solemnidad de Pentecostés

Día Santo – Día de la Solemnidad de Pentecostés

Queridos hermanos,

Este día, día Santo, día de la Solemnidad de Pentecostés, el fin también de este tiempo, que hemos tenido una novena al Espíritu Santo. Puedo reflexionar sobre el llamado de este día a la universalidad, el Papa Francisco hablaba de esto también.

Y es importante porque las lecturas de este día nos hablan de que el Espíritu Santo vino para todos, porque la muerte de Cristo fue por todos, el Señor se entregó por la humanidad entera y el Espíritu Santo que venía no era simplemente para unos pocos o unos elegidos o los dignos -por así decirlo- No, el Espíritu Santo también viene para todos.

Así, como la Salvación del Señor no todos la reciben, también al Espíritu Santo, no todos lo recibimos, muchas veces lo espantamos, lo ahuyentamos, pero está para todos.

Por eso, es que en la primera lectura cuando viene como lenguas de fuego sobre los Apóstoles y sobre María escuchan hablar todos en su idioma, porque el idioma del Amor, el idioma de Dios, es uno solo. Y, el idioma que podemos entenderlo es la Gracia del Espíritu Santo que está en la tierra, que se mueve libremente en este mundo, hay quienes lo escuchan, hay quienes no, hay quienes lo aceptan, hay quienes lo rechazan; pero, está presente y moviendo siempre los corazones.

Ese espíritu que no sólo aleteaba en los Apóstoles, sino que ya aleteaba en esta multitud que se daba cuenta del milagro y más fuerte en aquellos que se convertían ese día, no era sólo en los apóstoles que actuó, estaba actuando en todos.

Cuando vemos la Carta de Pablo que también dice: “esclavos, libres, judíos y griegos” es igual, este Espíritu de Dios, que nos une a los que somos diversos, a los que somos diferentes en un solo cuerpo que es Cristo, en un solo cuerpo que es la Iglesia. Porque todos estamos llamados a formar parte del Cuerpo de Cristo, todos los hijos de Dios buscamos ser parte integrante de este Cuerpo de Jesús.

El llamado está, la diferencia está en cuánto algunos aceptamos y otros no, pero este Espíritu Santo cubre a la Iglesia desde su inicio, porque es la misma acción de Dios, Uno y Trino. Y esta misma acción del Espíritu Santo es la que estaba actuando en la Iglesia todo el tiempo y sigue actuando.

Es ese espíritu en el que debemos confiar y que debemos dejar que nos transforme, porque el ser humano cambia, las circunstancias cambian, los contextos cambian, cosas que ahora son impensables para nosotros y eran comunes en otros tiempos, todo eso habla de un cambio, aunque en el fondo el ser humano siempre es el mismo, la realidad humana, el ser humano como tal, tiene una esencia que es igual normalmente, que es la misma desde siempre, y esa esencia es la que conoció Cristo, es la que sabe, es la que sabe que Su sangre nos puede redimir, esa esencia humana ¡está ahí siempre! y a lo largo de la historia cada vez más probada, más purificada, nos viene más conciencia de muchas cosas.

La realidad que hoy vivimos por ejemplo, hoy todo el mundo sabe que es un virus, sabe cómo actúa, uno puede ver en video si quiere interesarse más de diferentes tipos de virus. Pero desde el inicio de la humanidad el ser humano sabía que había cosas que le enfermaban, tal vez no le daban el nombre de virus, tal vez no sabían cómo era y cómo actuaba, y eso es también un signo de la evolución, y signo también de la presencia del Espíritu Santo, que permite que el ser humano llegue al conocimiento de otras cosas, no sólo espirituales sino materiales.

A veces, y eso es la pena que a veces uno ve, que todos los avances que uno tiene hoy en día, toda la tecnología que se puede tener, es sólo cosa del hombre y eso es mentira. Si el Espíritu Santo no inspirara, no soplara, no nos diera dones, no tendríamos lo que tenemos incluso a nivel material, a nivel de conocimiento humano, que es lo más básico, ahí ya está actuando el Espíritu Santo.

Porque creer que sólo porque sí, el ser humano se ingenia cosas, se inventa cosas que no tenían ni siquiera, nadie tenía idea de cómo surgieron, eso es soberbia también. Y decir: “esto es por mí, y por mi causa porque yo he trabajado, porque yo me esforzado” Sí, existe el esfuerzo humano, existe el trabajo, la dedicación, la disciplina; pero, si no existe el espíritu que permite que uno descubra y vea cosas, incluso humanamente, no tendríamos ni siquiera lo material que tenemos.

En una película de San Maximiliano Kolbe es interesante ver una parte, donde él dibuja una nave espacial y plantea algunos requerimientos, algunas propuestas. Estamos hablando de la década de 1910 – 1920, cuarenta, cincuenta años antes de la carrera espacial. Y uno de ellos decía que le sorprendía ver lo que hizo San Maximiliano al ver ya los cohetes que salían con muchas cosas parecidas y ¡claro! san Maximiliano no era un mega científico, y ponía ahí ciertos problemas que podrían tener ciertas personas, las naves y todo, que sorprendían la capacidad que tenía en ese tiempo de darse cuenta de esas cosas. Eso, era también el Espíritu Santo en él, en eso que a veces no es tan conocido de los santos, le despertaba.

Los santos normalmente son visionarios, se adelantan a su tiempo, hacen cosas o proponen cosas que en ese tiempo no eran tan comunes, y por eso muchas veces los santos han sido perseguidos, han sido malentendidos. Varios santos por ejemplo, pasaron por la inquisición -en tiempos de la inquisición española- Santa Teresa de Ávila, San Juan de la Cruz, San Ignacio de Loyola, y ahora son santos que nosotros los tenemos de referentes para nuestra vida espiritual, santos conocidos además, pero en su tiempo eran incomprendidos, porque para ir a la inquisición era porque estaban sospechando hasta de herejía, que estaban enseñando cosas que no son de Dios.

Cuando lo que pasa en ellos, es que se dejaban mover tanto por el Espíritu Santo, que claro, la novedad que traía el Espíritu Santo para ese tiempo, era un poco contradictorio, no era clara para los demás porque no estaban del todo conectados, salvo algunos que sí empezaron a ver la novedad, como San Francisco en su tiempo también, y el Papa de ese tiempo pudo ver la novedad del Espíritu de San Francisco. O quién podría pensar que en la época medieval una mujer como Santa Catalina iba a ser pieza fundamental para el regreso del Papa a Roma.

Entonces los santos en su tiempo se saltaban todas estas cosas a veces humanas que nosotros mismos ponemos traba, y podían ver la diversidad y dónde estaba soplando el Espíritu, a pesar de que humanamente podemos pensar otra cosa.

Por eso, el Espíritu Santo que es lleno de sabiduría, que es lleno del amor de Dios, que Él nos da todos los dones que ya sabemos. Actúa de maneras misteriosas que nosotros debemos estar dispuestos a contemplar y ver.

Hoy en tiempo de tanta confusión, de tanto engaño, de tanta división, es el Espíritu Santo el que nos llama a estar unidos, unidos en una sola fe, bajo un solo pastor, unidos en este mismo Espíritu. Pablo nos dice: “si no fuera por el Espíritu Santo, no podríamos decir Señor” y si no fuera por el Espíritu Santo no podríamos amar a alguien que no es similar a mí, porque es fácil amar a alguien que es similar a mí, empezando porque sea de mí misma ciudad, de mí mismo barrio, de mi misma edad, que le guste lo mismo que a mí, que sea hincha del mismo equipo, es fácil ser amigo de alguien así ¿Por qué? Porque ¡claro! si bien es cierto hay mutuo cariño que va creciendo, también me complazco a mí mismo porque es alguien que le gusta lo que a mí me gusta, es fácil ser amigo de alguien así.

Qué pasa por ejemplo, cuando esa amistad va más adentro, y uno de ellos cambia, cambia de gustos, cambia de costumbres, algo simple como que un día diga: “sabes qué, me doy cuenta que ir al fútbol me pone mal, porque me enojo si pierde mi equipo, entonces ya no voy al fútbol”. Como era mi amigo de ir al fútbol, me enojo y me resiento porque no quiere ir conmigo al fútbol ¿Qué tipo de amistad es esa? Y así en muchas cosas podemos ver, entonces ¿qué me gustaba de esa amistad? ¿Realmente el corazón de mi hermano o que me complacía también mis gustos personales que compartía? Eso no tiene nada de malo, pero, si no fuera por el Espíritu Santo, difícil, casi imposible amar a alguien que no sea como yo, que no se me asemeja a mí.

Por eso, cuando el mandamiento del Amor es: “ama a tu prójimo como a ti mismo, ama a los demás” habla de esos demás que son diferentes a mí, que hablan otra lengua, que son de otro país, que son de otra cultura.

Por eso, en los primeros tiempos el cristianismo se expandió tanto, los judíos, los apóstoles a pesar de sus dificultades no se quedaban en que este era así, este pensaba así, tenía esta costumbre, tenía esta otra costumbre. Purificaron lo que había que purificar, porque evidentemente no todo podía ser permitido, no toda la cultura que tenían otros pueblos era compatible con la fe católica, pero mucho se purificó, otros tomaron. Lo mismo que tengo puesto es vestimenta romana, no es vestimenta judía, pero que se asemejó y se asimiló, por la costumbre, lo que fue significado en el tiempo, esas realidades, que a veces no son ajenas.

Hoy por hoy, hay otras realidades que también el Señor está moviendo, esta misma realidad de que yo esté aquí y ustedes estén tras una pantalla, es un reto para la fe de hoy. Dios permita que nos encontremos pronto en la Eucaristía presencialmente, pero mientras tanto ¿cómo hemos vivido? ¿Cómo hemos hecho lo que tanto nos piden también ser cenáculos de oración? La Iglesia doméstica que tanto se defendía ¿cómo la estamos construyendo?

Porque mis queridos hermanos, también el Espíritu Santo permite que ustedes compartan el sacerdocio común, ustedes pueden interceder, ustedes pueden ofrecer una Liturgia sin la Eucaristía obviamente, leyendo la palabra, meditando, rezando, bendiciendo sus casas, también pueden bendecir -una oración que pueden pedir la bendición uniéndose en oración para sus hogares- Porque el Espíritu Santo está allí.

Claro que el ministerio específico que fue dado a los sacerdotes, a los obispos y al Papa, porque aquí en Evangelio cuando sopla les dice: “los pecados les quedarán perdonados, a los que perdonen y a los que retengan los retendrán” es un mandato expreso al sacerdocio ministerial. Pero, la vivencia de Dios, la vivencia del Espíritu Santo es algo que podemos hacerlo, y debemos aprovechar más de ese Espíritu Santo que está en medio nuestro. Invocarlo y hacerlo realmente, y ver por dónde nos va llevando, como individuo, como familia, como Iglesia, como mundo.

Saber que el Espíritu Santo que está en medio de nosotros, es el que lleva a la Iglesia. La Iglesia de Cristo, va haciendo inspirada por el Espíritu y todos sus espíritus. Y a veces, cuestionar ciertas cosas o quedarme con mi criterio en ciertas cosas, porque no me parece, porque no me gusta, porque no es así, puede entorpecer ese Espíritu Santo.

El mismo hecho de que, el principio de la obediencia, sea algo fuerte, es necesario. Sabemos que Adán y Eva pecaron por desobedientes, o sea que la obediencia para nada es menor, Jesús vino a hacer la voluntad del Padre. Cuando Jesús dice: “ustedes son mis amigos si cumplen lo que yo les digo” entonces está hablando de obediencia. Y cuando deja a alguien al frente de su Iglesia y yo tengo actitudes rebeldes, porque mi criterio de que las cosas no son así, se salta un principio dado por Dios y es falta de confianza en Él.

Porque hoy por hoy ¿cuántos combaten el Papa Francisco dentro de la Iglesia? No hablo fuera, hablo dentro. Eso es saber primero que quien lo eligió es el Espíritu Santo, Dios eligió. Eso tiene que ser para nosotros certeza. Y luego que Él actúa en este hombre, en nuestro Vicario, en el sucesor de Pedro. Humanamente, puede que tenga igual sus cosas como cualquiera, pero no podemos dudar que el Espíritu Santo esta en él y que Cristo actúa través de él. Y así, ha sido a lo largo de la historia mis hermanos.

El Espíritu Santo, Cristo ha ido llevando Su Iglesia y aprovecha todos los momentos que vive la humanidad, para llevar cada vez más gracia. Y lo que estamos viviendo, aunque no sea fácil, también el Espíritu Santo está obrando, está sacando frutos donde no vemos todavía, en nosotros mismos.

Yo he hablado con varias personas en estos tiempos de pandemia y uno nota por ejemplo que hay una conciencia mayor de varias cosas, hay una sensibilidad diferente y es porque el Espíritu Santo busca siempre darnos cosas buenas, Dios busca siempre nuestro bien y es de seguir confiando en Dios. Cuando uno ve la vida igual de los santos, no fueron vidas fáciles, la vida de Cristo no fue fácil humanamente hablando y murió inocentemente en una cruz.

Por eso mis hermanos cuando vivimos el día a día y no tenemos esta actitud de sacrificio y de saber que hay tantas cosas buenas porqué agradecer y más bien vivimos preocupados, tristes, como que todo está mal, ¡eso es herir al Espíritu Santo!, que está buscando en ese ambiente mostrarnos algo, después de estar incluso ya no como un viento suave, sino con todas las alarmas, pero como estoy en mi yo, ensimismado, no veo por dónde me está soplando el Espíritu, no escuchó su voz y está siempre ahí.

Este Espíritu Santo que quiere llévanos por el camino del Señor para ser de nosotros una sola Iglesia, por eso la obediencia a la doctrina de Jesús, el amor al Santo Padre, su unión con él es esencial, porque hay cosas que no voy a entender, que no entiendo, pero si yo sigo fielmente y busco la inspiración del Espíritu, voy a ver un día que todo eso tenía un sentido.

Verle sentido a la pandemia tal vez muchos no veamos, ver el sentido del sufrimiento, tal vez no, verle sentido a muchas cosas, evidentemente es bien complicado, pero si nos dejamos llevar por el Espíritu Santo, vamos a encontrar esas respuestas y sobretodo vamos a encontrar ese camino al amor que nos une, que nos acerca, que nos hace hermanos de verdad, a pesar de nuestras diferencias, a pesar de nuestras dificultades, a pesar de lo que nos diga el mundo y de lo que nos presente el mundo, el Espíritu hoy aletea fuerte, aletea con ganas, está entre nosotros y debemos aprender a sentirlo y escucharlo.

Porque también como dice San Pablo: “Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia», esa gracia que es el Espíritu Santo aleteando en los momentos más difíciles, en los corazones más duros, ahí está. Por eso no debemos perder la fe y la esperanza, porque el mismo Espíritu de Dios está siempre con nosotros, está con la Iglesia y está con el mundo, confiemos en ese Espíritu ¡acojámoslo y dejemos que él nos guíe! más allá de nuestro entendimiento humano, que nos guíe en el amor y en esta unidad que el Señor quiere para todos.

Pidámosle a María Santísima que nos ayude en este caminar, quién más que Ella plena de gracia, llena del Espíritu Santo se dejó guiar por la mano de Dios y acogió todo lo que de Dios le venía, porque sabía que era bueno para su alma.

¡Sea Alabado Jesucristo!

Padre Eddy de la Torre
Miembro de la Fraternidad Sacerdotal del
“Santo Sacrificio y María, Madre y Reina de la Unidad”

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